Las fantasías son,
tanto para los varones como para las mujeres, producciones del psiquismo, de la
mente humana, que nos permiten jugar y explorar dentro de nuestras almas y
entregarnos a placeres y deseos que en la realidad nos resultarían prohibidos y
hasta bochornosos.
El sujeto que crea
dicha fantasía siempre forma parte de la misma: ya sea como participante o como
espectador. Las personas se permiten, a través de sus fantasías, imaginar,
crear y participar de situaciones que probablemente jamás concretarían en la
realidad, en general por culpa o vergüenza.
La actividad
sexual propiamente dicha nace y se desarrolla en las fantasías. Las
adolescentes tienen fantasías sexuales sobre la primera relación sexual, el
primer beso, un encuentro deseado, escenas privadas y excitantes que van
trazando el camino para el desarrollo de la identidad y de la actividad sexual
futura.
Las mujeres suelen
tener un mundo muy amplio de fantasías sexuales. Han sido educadas con más
limitaciones y represiones sexuales que los varones. Su actividad sexual se
desarrolla en gran parte en la fantasía y su contenido es más romántico que
erótico-sexual. Los varones expresan sus impulsos y deseos sexuales con mayores
libertades y permisos. Es más, socialmente se los invita a fantasear y
desarrollar sus fantasías sexuales como garantía de machismo y hombría. Las
mujeres, en cambio, son educadas para enamorarse y recién allí, en ese estado
ideal, tendrán permiso para el sexo y/o para fantasear con el ser amado.
Pero en la
fantasía vale todo y las mujeres se están animando a enriquecer su vida sexual.
A medida que se despojan de prejuicios y mandatos sociales y culturales, se
permiten explorar en su interior creando escenas y situaciones sumamente
excitantes que enriquecen y amplían sus posibilidades de dar y recibir placer
sexual. Cuando este camino está permitido, se facilita su desarrollo y se
descubren muchas veces zonas desconocidas en la mente humana.
No hay que
asustarse: son sólo fantasías. Pueden ser privadas o compartidas con la pareja.
Y cabe aclarar que en lo que respecta a la sexualidad humana y adulta, todo
está permitido, en tanto no exista coerción, ni abuso, ni maltrato a personas,
tanto menores de edad como a otros adultos que no deseen compartir dicha
práctica sexual o fantasía.
Algunas fantasías
sexuales femeninas:






FANTASÍAS DE HOMOSEXUALIDAD
Las fantasías
estimulan nuestra creatividad y nos liberan. En general, cuentan con mayor
aprobación social entre los hombres. Sin embargo, aquellas relacionadas con el
mismo sexo son reconocidas más ampliamente por las mujeres.
Las fantasías nos enriquecen, estimulan
nuestra creatividad, nos liberan, bajan tensiones, nos permiten “jugar a que
somos otros” y, sin duda, suelen ser un antídoto contra la rutina sexual.
A tal punto son importantes que suelen
utilizarse terapéuticamente: amparadas en la propuesta de un juego, un rol,
inclusive de una máscara o vestuario, las personas logran desbloquear o
desinhibir ciertos canales de su inconsciente que eran la causa de alguna
disfunción sexual.
La cuestión de las fantasías sexuales, como
tantas otras, contó con mayor aprobación social entre los varones. Aun hoy,
muchas mujeres negamos nuestras fantasías, incluso las reprimimos, porque
consideramos que tenerlas es incorrecto.
Sin embargo, es interesante observar lo que
ocurre con las fantasías homosexuales en particular. Las mujeres las
desarrollamos ampliamente mientras que son muy pocos los hombres que se atreven
a sentirlas o reconocerlas. Las fantasías homoeróticas en varones
heterosexuales son vividas como atentatorias de su masculinidad y avivan el
fantasma de la homosexualidad.
Sin embargo, nuestro ser femenino no resulta
tan vulnerable a las fantasías con el mismo sexo salvo en un porcentaje pequeño
de nosotras. Podemos ser más lúdicas en este plano. Podemos inventarlas,
aceptamos verlas en imágenes, nos animamos a compartirlas e incluso, en el
campo de lo real, podemos actuarlas con mayor libertad.
MITOS ALREDEDOR DE LOS JUGUETES SEXUALES

1- Los juguetes sexuales reemplazan a
la pareja
Muchos creen que cuando se utiliza un
juguete sexual es porque la pareja ya sea el hombre o la mujer no están
satisfechos con la parte sexual de la relación. Esto es falso ya que estos
juguetes lo que hacen es complementar el disfrute que aporta la pareja estimulándola
aún más.
2- Son uso exclusivo de los
homosexuales
Esto es completamente un mito.
Hoy en día las parejas heterosexuales también los han incorporado a la relación
en busca de nuevas sensaciones que generan complicidad entre ambos.
3- Implican alto grado de perversión
Esta creencia está mandada a
recoger, ya que el término no aplica debido a que quienes manejan estas
herramientas eróticas lo hacen buscando placer sin salirse de los límites
aceptados por la cultura occidental.
4- Se usan cuando se padece una
disfunción sexual
No son ningún uso exclusivo para
ofrecer satisfacción sustituta a cambio de la que no se puede dar por otros
medios, aunque en dado caso podría ser. En general se trata de sumar
alternativas más no de un reemplazo.
5- Las opciones se agotan
Existe gran variedad de juguetes y no
solo penes plásticos. En el mercado hay gran cantidad de aceites, bolas anales,
huevos masturbatorios, vibradores y muñecas, entre otros. Todo es cuestión de
hablarlo en pareja y compartir sus gustos.
importante
desterrar el mito que supone que las fantasías son la hermana boba de los
deseos hechos acto, transitados en el espacio real; y que no las cumplimos
porque no nos animamos, nos censuramos.
Este falso
concepto es el que nos lleva a la idea de que las fantasías son amenazantes y
que, por lo tanto, sería peligroso habilitarlas en nuestro imaginario, ya que
nos acercaría al riesgo de hacer real lo fantaseado con toda la connotación de
miedo y de culpa que ciertos deseos nos provocan.
Lo cierto es que
las fantasías son tan verdaderas como las escenas reales, sólo que se manejan
en el territorio de la imaginación. En el tema específico de las fantasías
sexuales, este es un dato fundamental, ya que es justamente esta área de
nuestro psiquismo donde la erótica se desarrolla a sus anchas. La imaginación
es el lenguaje del erotismo. Nos conecta con los sentidos, éstos con las
sensaciones y éstas con las emociones.
Por otra parte, es
evidente que la imaginación está ligada con nuestra absoluta intimidad, lo cual
resguarda a las fantasías de la amenazante mirada del exterior y, de este modo,
nos permite ampliar los permisos para el despliegue de nuestro deseo y expandir
el erotismo a zonas culturalmente prohibidas.
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