ADOLESCENCIA
BIOPSICOSOCIAL
El desarrollo adolescente se caracteriza
como un período de transición en el que los jóvenes experimentan una serie de cambios
biológicos, cognitivos y psicosociales que afectarán su vida adulta. Estos
cambios están influenciados no solo por el género y el nivel de madurez física,
psicosocial y cognitiva del individuo, sino también por el ambiente social,
cultural, político y económico en el que vive. Siguiendo el concepto de salud
sexual adolescente, es crucial entender los procesos del ciclo de la vida en el
desarrollo sexual de los adolescentes y su influencia en la conducta juvenil.
Esta sección examinará los múltiples factores, tanto los individuales como los
sociales/ambientales, que conducen a las consecuencias deseadas descritas
antes. Su nivel de influencia puede variar en distintos puntos y momentos, pero
todos ellos moldean la forma en que los jóvenes experimentan la transición de
la infancia a la adultez.
Durante la adolescencia, los y las jóvenes
experimentan una serie de cambios que
influyen en su salud sexual, forman parte del ciclo de vida y dependen del
proceso de desarrollo del individuo. Todos estos procesos son interdependientes,
así los procesos biológicos estimulan el desarrollo cognitivo y el desarrollo
cognitivo está estrechamente relacionado con los procesos psicosociales y
emocionales del desarrollo humano, incluyendo el desarrollo sexual.
Factores
biológicos
El
crecimiento y el desarrollo de los adolescentes comienza en la pubertad, cuando
ocurren los cambios biológicos, cognitivos y psicoemocionales. Exceptuando en
el periodo pre postnatal, los años de la adolescencia por ser la etapa mas rápida
de crecimiento desarrollo humano. Durante la pubertad , se experimentan cambios
importantes, como son el crecimiento físico, el aumento de peso y la manifestación
de las características sexuales secundarias.
Factores
cognitivos
El proceso del desarrollo cognitivo, según
la teoría cognitiva de Piaget (1969), va asociado con el desarrollo del
pensamiento operacional formal que incluye un aumento en la capacidad de
razonamiento abstracto, pensamiento hipotético y lógica formal. Esto tiene como
consecuencia el que los adolescentes tengan una mayor capacidad de razonar de
forma abstracta, que entiendan el contexto social de las conductas, piensen en
las alternativas y en las consecuencias que conlleva la toma de decisiones, evalúen
la credibilidad de la información, consideren las implicaciones futuras de las
acciones y controlen sus impulsos (Juszczak y Sadler, 1999; Haffner, 1995).
Estas habilidades cognitivas evolucionan
con el tiempo, y no aparecen en un momento predeterminado (Juszczak y Sadler,
1999). Los cambios cognitivos que se dan durante la pubertad hacen que los
jóvenes puedan pasar del pensamiento concreto a pensamientos y conductas más abstractas.
Durante esta etapa de pensamiento concreto, los adolescentes se preocupan de sí
mismos y manifiestan una conducta egocéntrica. Los adolescentes tienden a creer
que son siempre el centro de atención, y tienen una “audiencia imaginaria”. Los
jóvenes tienden a soñar despiertos o a fantasear, y establecen metas no realistas
sobre su futuro. El interés en sí mismos y la conducta introspectiva son comunes,
y los adolescentes tienden a pasar más tiempo solos. Con frecuencia los jóvenes
creen que sus problemas son únicos y que no tienen solución y por lo tanto
nadie puede comprenderlos. Durante este periodo, las personas jóvenes
experimentan con roles y fantasías con el fin de desarrollar su identidad, la
cual incluye su propio concepto sobre sexualidad, identidad de género y
orientación sexual.
A medida que los adolescentes tienden a
pensar de forma más abstracta, están más capacitados para tomar decisiones que
puedan contribuir a conductas saludables. Para desarrollar habilidades
cognitivas y de razonamiento sólidas, los adolescentes necesitan práctica y
experiencia para manejar sus nuevas experiencias y situaciones, y los adultos
deben promover estas prácticas. Es importante explorar la influencia que tienen
la percepción, los valores y las actitudes de los jóvenes sobre su conducta.
Esto puede llevar a un desarrollo adolescente
saludable, en el que los jóvenes posean una serie de habilidades para resistir
presiones, negociar interacciones interpersonales con éxito y comportarse de
acuerdo con sus valores y creencias personales (Haffner, 1995; Juszczak y
Sadler, 1999; Moore y Sugland, 1997).
Desarrollo
psicosocial
La sexualidad y las conductas saludables no
pueden lograrse sin una comprensión del proceso de desarrollo psicosocial que
influye en la conducta sexual del adolescente. Mientras que los cambios
biológicos y cognitivos ocurren de forma involuntaria, el desarrollo
psicosocial se rige por la percepción que cada uno tiene de sí mismo en
relación al medio social y ambiental que
le rodea. Los cambios cognitivos también se manifiestan a través de ciertas
conductas psicosociales que son comunes a la mayoría de los adolescentes. Su
conducta varía de acuerdo al nivel de capacidad física, psicológica y social
del individuo. Las influencias más importantes en el desarrollo psicosocial
incluyen el desarrollo de la identidad sexual, moral, ética y espiritual del
individuo y las luchas por la independencia/ dependencia entre sus pares y la
influencia de sus padres. Durante la etapa inicial (de 10 a 13 años)
e intermedia (de 14 a 17 años) de la adolescencia, se solidifica la
identificación de género observando El desarrollo adolescente sano incluye habilidades para resistir
presiones, negociar exitosamente las interacciones interpersonales y
comportarse de acuerdo a sus valores y creencias personales El
desarrollo psicosocial se rige por la percepción que cada uno tiene de sí mismo
en relación al medio social y ambiental que le rodea los roles de género en los adultos de su
entorno. Desarrollan imágenes personales e ideales de masculinidad o feminidad basados
en estereotipos sociales según el sexo (Kolhberg, 1987). La identificación de
género incluye el reconocimiento y conciencia de que uno es hombre o mujer y el
comprender las funciones, valores y responsabilidades de ser hombre o mujer.
Este es el aspecto más básico del desarrollo de la identidad y sucede muy
temprano durante el proceso de desarrollo. La mayoría de las personas jóvenes
tienen un firme sentido de su identidad sexual antes de la adolescencia y
reconocen las funciones que caracterizan a hombres y
mujeres, pero es durante la adolescencia
cuando los jóvenes se identifican más fuertemente con los roles adultos del
género.
El
auto concepto sexual implica la reflexión y evaluación de un individuo sobre
sus sentimientos y conductas sexuales. Durante la adolescencia las personas
jóvenes son más conscientes de sus atracciones sexuales y su interés amoroso, y
emergen los sentimientos eróticos de tipo adulto. La atracción hacia el sexo
opuesto o el mismo sexo se dispara por el aumento hormonal, y durante la
adolescencia temprana el joven se hace más consciente de cuál es el sexo que le
atrae y le excita. Los jóvenes empiezan a desarrollar conciencia de su orientación
sexual, su atracción sexual y/o emocional hacia los hombres, mujeres o ambos
sexos. Aun cuando muchos homosexuales o lesbianas adultos recuerdan su adolescencia
como un periodo de confusión acerca de su orientación sexual, la mayoría no se
identifica a sí mismo como homosexual antes de la adolescencia tardía; esto
puede estar relacionado con los valores sociales y los tabúes asociados con la
homosexualidad.
Aunque esta fase puede comenzar durante la
etapa inicial de la adolescencia, durante la adolescencia intermedia (15–19
años de edad) es cuando los jóvenes tienden a reafirmar su independencia
separándose de sus padres y otros adultos. Durante este período, se muestran
reticentes a aceptar el consejo o las críticas de sus padres y tienden a
desarrollar un fuerte lazo con su grupo de pares. Este sentimiento de
“invencibles” les urge a probar su independencia y autonomía. Las influencias
sociales y ambientales determinan si esta conducta se convierte en constructiva
o destructiva para la salud y bienestar del adolescente. La desviación constructiva
se refleja en el joven que lucha por su independencia y trata de involucrarse
en el estilo de vida adulto. Los adolescentes cuya conducta refleja
“desviaciones destructivas” tienden a correr riesgos tales como la actividad
sexual prematura y el consumo de drogas ilícitas. Las desviaciones destructivas
tienden a ser más comunes entre los adolescentes que no cuentan con el apoyo de los padres y no
tienen un ambiente sano que promueva su crecimiento y desarrollo
cognitivo y psicosocial. La desviación puede ser destructiva en jóvenes que se
sienten alienados de la sociedad y sus comunidades y pueden, por lo tanto,
comprometerse con estilos de vida poco convencionales y a menudo destructivos
(Juszczak y Sadler, 1999).
Durante la adolescencia tardía (entre 18 y
21 años), los jóvenes comienzan a desarrollar su necesidad de intimidad y
luchan entre la intimidad o el aislamiento en sus relaciones interpersonales.
En esta etapa más avanzada de su desarrollo, el grupo de pares pierde mucho de
su significado anterior, y el joven tiende a buscar relaciones más individuales
y emocionales. La cercanía física, el afecto y los deseos sexuales son parte de
esta fase, y la intimidad implica el establecimiento de lazos emocionales, el amor,
la empatía y el compartir sentimientos privados con otra persona. La unión
entre parejas debe incluir un sano balance entre amor, afecto, empatía, amistad
y respeto. Sin embargo, la falta de experiencia en la búsqueda del amor, la
intimidad y el compromiso por parte de los jóvenes puede llevarles a uniones y
enamoramientos poco saludables (García, 1998). Los jóvenes que no están seguros
de su identidad evitarán las relaciones interpersonales o pueden buscar la promiscuidad
sin intimidad, el sexo sin amor, o relaciones que no impliquen estabilidad
emocional (Muus, 1996). Puede aparecer el desapego o distanciamiento de relaciones
interpersonales en estos casos, lo que enfatiza de nuevo el vínculo existente entre
el proceso de desarrollo humano y la salud.
Bienestar
emocional
Los cambios físicos que ocurren durante la
pubertad influyen en el modo en que el joven se percibe a sí mismo y es
percibido por los demás. Los cambios hormonales y físicos del cuerpo durante la
adolescencia dan lugar a sentimientos de autoconciencia y preocupación en
relación con la imagen del cuerpo y el atractivo físico.
La
autoestima es determinante del bienestar emocional del joven y se considera un
factor protector que ayuda a las personas jóvenes a superar situaciones
difíciles. Los sistemas de apoyo social, particularmente las relaciones con los
padres y pares contribuyen a aumentar la autoestima de los adolescentes. Un
buen nivel de autoestima y bienestar emocional permite a los adolescentes
desarrollar una serie de habilidades personales y facilita la toma de
decisiones que llevan a una vida sexual más saludable. Por el contrario, la
baja autoestima se ve implicada en los problemas de salud tales como depresión,
suicidio, anorexia nerviosa, delincuencia, conducta de riesgo sexual y otros
problemas de ajuste (Santrock, 1998; Juszczak y Sadler, 1999).
El
desarrollo de la pubertad puede afectar la autoestima de forma diferente. Los
muchachos desean y se alegran con los cambios físicos que ocurren durante la
pubertad, pero las muchachas pueden tener momentos difíciles, con menos
confianza y seguridad en sí mismas, lo que contribuye a una menor autoestima
(Santrock, 1998; Muus, 1996).
Implicaciones
de género y desarrollo psicosocial Aunque los patrones principales de conducta
psicosocial son comunes para las personas jóvenes en general,
independientemente de su cultura, sabemos que la cultura sí influye en su
comportamiento. En América Latina, la identidad y los roles de género ejercen
una gran influencia y ponen presión sobre los adolescentes de ambos sexos. Para
las mujeres, la menstruación es un proceso fisiológico que se considera como un
rito de iniciación hacia la edad adulta. El machismo36 juega un papel
importante en el desarrollo de la identidad en la medida que a los hombres se
les socializa para ser autosuficientes e independientes, no mostrar emociones y
no preocuparse ni quejarse de su salud física, ni buscar ayuda en momentos de estrés
emocional (OMS, 1999a). Más aún, esta socialización promueve probar su
masculinidad a través del número de parejas sexuales y la frecuencia de la actividad sexual. Muchas sociedades
aumentan el riesgo de que los hombres contraigan infecciones al aceptar y
fomentar la actividad sexual temprana y las parejas múltiples. No es extraño
que los hombres informen que su primera experiencia sexual tuviera lugar con
una trabajadora sexual. En Guatemala, por ejemplo, el 45% de los hombres entre los
15 y 17 años informaron que su primera experiencia sexual fue con una trabajadora
sexual (Camacho-Hubner, 2000). Esto, sin embargo, varía según el país y no
ocurre en todos los países de América Latina. Los estudios muestran que, con
frecuencia, los jóvenes varones desean integrarse más en la toma de decisiones
relacionadas con la paternidad y la salud reproductiva, pero las normas sociales
les inhiben a hacerlo (OMS, Trabajando con adolescentes varones, 1999). Las
mujeres, por otra parte, sienten la presión de restringir sus impulsos y
atracción sexual, para mantener una imagen pura (García, 1998).
Las mujeres que maduran a una edad temprana
y los varones que maduran a una edad tardía están en mayor riesgo de tener
problemas de ajuste durante su adolescencia (Juszczak y Sadler, 1999; Santrock,
1998; Silber y cols., 1992). La madurez temprana puede ser estresante para las jóvenes,
y aumentar el riesgo de depresión y trastornos de la alimentación, tener pocas
habilidades para enfrentar situaciones difíciles, y una mayor probabilidad de
iniciar su actividad sexual y de consumir/abusar de sustancias. Estos dos
últimos problemas aparecen porque la apariencia física de más edad hace más
probable que estas adolescentes se unan a un grupo de pares de mayor edad. Las
investigaciones realizadas en desarrollo psicológico indican que los varones
tienen un mayor riesgo psicológico que las mujeres durante la infancia, y que
luego son las mujeres las que tienen un mayor riesgo de depresión o suicidio
durante la adolescencia (Gilligan, 1996). Para los varones, la madurez temprana
se considera una ventaja, porque el aumento de la estatura física y la masa
corporal los coloca en una mejor posición atlética y social (Juszczak y Sadler,
1992). Por otra parte, se ha encontrado que los adolescentes que maduran
tardíamente tienen mayor riesgo de depresión, tienen menos habilidades para
enfrentar las dificultades y padecen problemas con el alcohol.
Los estudios realizados sobre adolescentes
varones y masculinidad en Latinoamérica indican que la mayoría de los
adolescentes varones creen que la masculinidad es instintiva, incontrolable y a
veces agresiva. Los jóvenes varones afirman que ser hombre significa ser
proveedor, ser sexualmente activo, fuerte, alguien que asume riesgos y que
tiene hijos. Los adolescentes varones creen que su función de ser hombres puede
incluir dominar a las mujeres, asumir riesgos y tratar a las mujeres como
objetos sexuales. Sin embargo, existe un concepto emergente de masculinidad según
el cual los jóvenes varones afirman que saben sobre sexualidad, expresan temor
y frustración, y tienen sentimientos de miedo durante su primera experiencia
sexual (Aguirre y Güell, 2002). Los adolescentes varones admiten con frecuencia
una falta de comunicación con sus padres, y en muchos casos, cuando existe
comunicación, los mensajes promueven el sexo irresponsable, alientan la
actividad sexual temprana y refuerzan los conceptos de machismo (ibid).
Los
adolescentes experimentan con varios roles en la búsqueda de su identidad. Esto
les permite adoptar conductas de salud, ya sean promotoras de la salud o de
riesgo (Juszczak y Sadler, 1999). Este es un período en que las decisiones y
elecciones dan forma a sus perspectivas de vida futura; por lo tanto, deben
hacerse esfuerzos dirigidos para entregarles consejería, apoyo y habilidades
para poner al joven en el curso de una vida segura y productiva (Gottlieb,
1998).
Bliografia
Salud sexual y desarrollo de adolescentes y jóvenes
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